jueves, mayo 08, 2008

1. Confusa decisión

Era un día soleado, algo raro en esa ciudad, aunque últimamente el clima había cambiado rotundamente y Bogotá por esos días podía contemplar una tarde soleada desde hace ya varias semanas. Aunque el día estuviera resplandeciente y el sol reflejara toda su incandescencia a través de las ventanas del camerino, no dejaba de sentir por primera vez en mi vida, tantos nervios por un recital.

Claro, todo se me juntó, estaba cumpliendo mis veinticinco años, mi primer cuarto de siglo completado y a punto de comenzar otro más, estaba decidida a no ir más en esa relación que definitivamente no iba para ningún lado y lo más importante de todo, tenía que tomar esta decisión que iba a cambiar mi vida para siempre.

Yo sólo quería concentrarme en lo que tenía que hacer, sin embargo mis pensamientos fluían entre cómo tratar de pasarla bien en mi cumpleaños y cómo decirle a Francisco que me iba. Sí, ahora entiendo tanto eso que me pasaba y que ahora me pregunto por qué siempre uno tiene que complicarse la vida y no disfrutarla sin preocuparse. De todas maneras ya faltaban diez minutos para salir a escena y tenía que jugármela toda por que de esto dependía mi graduación. Entonces respiré profundo, calenté cinco minutos más, pero ya concentrada en lo que tenía que hacer y aislé angustias y nervios. Todo parecía fluir, me sentía flotando y en ese momento apareció mi mamá.

- Mi vida ya es hora.
- Listo mamá.

Respiré profundo de nuevo, a salir airosa, pensé, me paré de la silla, sostuve más fuerte que nunca mi flauta y salí con una sonrisa inigualable en mi boca. Los aplausos revolotearon por el auditorio y la orquesta estaba lista para acompañarme. Fueron los mejores noventa minutos de mi vida, el público estaba absorto a lo que producía con mi instrumento, sus caras reflejaban satisfacción y sus sonrisas alumbraban el espacio, yo sólo los podía ver de reojo cuando levantaba un poco la cabeza para entonar algún agudo, era algo inconsciente, pero lograba verlos. Después del recital, la universidad me hizo una mención especial y me gradué con honores.

Lo de la beca, ya lo sabía, el rector me lo había confesado antes de la ceremonia para que yo pudiera hacer los trámites correspondientes cuanto antes. Y allí comenzó todo.

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