miércoles, abril 16, 2008

Un posible nombre

- La verdad de Débora
- Un encuentro, un desencuentro
- Amor, música y desconsuelo

lunes, abril 14, 2008

Capitulación

1.

Débora decide viajar a Estados Unidos gracias a una beca que le otorgaron en la Universidad cuando se graduó con honores como Músico. Termina su relación con Francisco, su primer novio y se va para Boston a participar de la orquesta sinfónica de la ciudad como una aspirante a miembro activo.

2.

El día en que Débora sale para el aeropuerto, su madre, su tía y sus abuelos la llevan para despedirse y a lo lejos ve que Francisco fue, pero no pudo despedirse de él, por haber entrado a la sala de migración. En la espera de revisión de documentos y equipaje, se encuentra con un hombre de aproximadamente 50 años de edad, del que se siente muy atraída por querer saber para dónde va y con quién está. Sin embargo, en ningún momento entabla conversación con él, pero no le quita la mirada de encima.

Cuando sube al avión se da cuenta que aquel hombre también se dirige a Boston y queda en la misma línea de asientos de ella pero en la otra fila que da a la otra ventana. Para disiparse y no prestarle más atención al hombre, decide entretenerse con las películas, revistas y música.

3.

Débora llega a Boston y se dirige para sala de inmigración en donde le dan la entrada al país y luego recoge su equipaje. Sale para encontrarse con Virginia, una amiga de su madre, con quien le consigue hospedaje en su aparta estudio y quién quedó de recogerla a su llegada. Cuando llega al punto de encuentro ve a un muchacho de 23 años con un letrero con el nombre “Débora” y quién se llama Roberto, en compañía del mismo hombre que estaba en el avión, Raúl. Virginia no pudo ir por ella, por haber tenido que quedarse en la oficina, entonces mandó a su hijo. Salen los tres en el auto. Roberto deja primero a Raúl en la casa y luego deja a Débora. Este es el comienzo de una relación.

4.

Débora lleva trabajando muy duro en la sinfónica para quedar como miembro activo de la orquesta. Ha pasado un año y sigue saliendo con Roberto desde que se conocieron y están muy contentos juntos. Débora pasa todas las audiciones y queda como miembro permanente de la orquesta y es su primer debut como solista. Su madre Raquel va a visitarla para conocer a Roberto de quién su hija le ha hablado tanto y por supuesto, para verla actuar como solista de la orquesta sinfónica de Boston.

En este viaje Raquel, se encuentra con Raúl y Virginia, a quienes no veía desde que Débora nació, especialmente a Raúl.

5.

Raquel vuelve a Colombia y Débora sigue más unida a Roberto y a su familia, salen de paseo, se reúnen en la casa de ellos a cenar y comparten muchos momentos juntos. Débora se convierte en parte importante de la familia de Roberto y además se hace muy cercana a Raúl, con quien entabla una relación paternal muy fuerte, a raíz que ella nunca tuvo un papá.

Débora comienza a desestabilizarse por sentirse muy atraída por Raúl como hombre, pues siempre le han gustado los hombre mayores y con él ha tenido una muy buena relación. Esto se le vuelve una situación muy incómoda a Débora por que Roberto está de por medio y por que ella está enamorada de él.

Cuando ella se entera de sus sentimientos por Raúl, Débora recibe una carta de su madre en donde le solicita que vaya a Colombia, a hablar con ella, por que tiene algo muy importante que decirle y en este momento ella no puede viajar a Boston.

6.

Débora entabla vuelo a Colombia, para encontrarse con su madre y con la angustia de querer saber lo que Raquel le iba a decir. Cuando llega a su casa después de un viaje agotador y de darse una ducha y recostarse un poco para descansar, salen las dos a los alrededores de la casa a caminar y desatrasarse de todo el tiempo que estuvieron lejos la una de la otra. Recuerdan cómo la pasaban cuando Débora estaba en Colombia y de todos los buenos momentos de su niñez y adolescencia.

En unas de esas conversaciones, comienzan a hablar del padre que Débora nunca conoció y por lo que Raquel le dijo que viajara a Colombia. A Débora le entró una curiosidad que nunca antes había sentido, pues no tuvo la intensión de querer saber de su padre y mucho menos buscarlo. En toda su vida, Débora vivió muy feliz sin su padre. Raquel le confiesa que Raúl es su padre, que lo supo cuando viajó a Boston y que en uno de esos días en que Débora estaba ensayando con la orquesta, ella lo había llamado para que almorzaran y hablaran. En la conversación, Raquel le confiesa que Débora es su hija y que está muy preocupada por la relación que ella tiene con Roberto, pues ninguno sabía la verdad del otro. Raúl la tranquiliza por que le cuenta que Roberto no es su hijo.

7.

Mientras tanto en Boston, Roberto y Raúl tienen un altercado, por que Roberto se da cuenta que entre Débora y Raúl hay algo más que una simple amistad. Roberto comienza a sospechar desde el día en que a ella le empiezan a aparecer esos sentimientos encontrados y aunque ella nunca se lo dijo, la cercanía de Raúl con Débora era tal, que Roberto de inmediato se dio cuenta que algo no andaba bien. Durante el viaje de Débora, Roberto vio como Raúl, revisaba su correo y enviaba mensajes a Débora, lo que ocasionó la discusión.

Raúl, le advirtió que esperara a que Débora volviera para aclarar las cosas, pero Roberto cae en una gran depresión y decide irse a Inglaterra, en donde Débora y él habían programado irse algún día, para ella continuar sus estudios en el Conservatorio y él vivir nuevas aventuras y así, se desentendería de esa molestia por unos largos meses.

8.

Débora vuelve a Boston trayendo consigo la noticia de que Raúl es su padre. Su necesidad de encontrarse con él para definir sí sus sentimientos eran simplemente una atracción a una figura paterna era tan fuerte, que decidió hablar con él inmediatamente. Cuando llega a la casa de Roberto, se encuentra con la sorpresa de que su novio se ha ido, que había discutido con su padre por ella y que había decidido partir a donde algún día habían quedado de ir juntos.

Raúl habla con Débora y en esa conversación se hace consciente que realmente lo que siente por él, es una cercanía increíble por ser su padre y que todo era una ilusión cercana a la figura paterna que nunca había tenido, pues en su mente ha estado en todo momento Roberto como la persona a quien ha amado siempre por encima de cualquier situación.

9.

Débora sigue trabajando en la orquesta con la ilusión de que Roberto aparecerá en cualquier momento. Ya lleva un mes por fuera de Boston y la angustia de Débora por saber de él aumenta proporcionalmente al tiempo que va pasando muy lentamente.

Todos los días revisa su email y su caja de buzón principal en el apartamento y no ha recibido noticias de él. Virginia apenas le ha dicho que está bien, que esté tranquila, que él aparecerá en algún momento, pues ya le confesó que Raúl es padre de Débora. La promesa que le hizo a su hijo de no decirle nada a Débora es más fuerte que ver a Débora triste. Aunque finalmente le dice dónde está Roberto y ella prepara su viaje para buscarlo.

10.

Débora busca adelantar sus planes de estudiar en el conservatorio de Inglaterra y emprende vuelo para Londres. Una vez llega, busca hospedaje y se dirige a un teléfono público, habla con él y le dice que está buscándolo, que se vean en uno los sitios en los que quedaron de visitar, cuando hablaban del tema.

Al otro día, Débora se despierta, se ducha, se viste y sale al encuentro de Roberto, pasan muchas horas, pero él nunca llega.

FIN

lunes, abril 07, 2008

Confrontación y un nuevo encuentro

Es un día agitado. Débora decide viajar a Colombia para confrontarse con su madre y averiguar sobre la realidad de Raúl y Roberto. Su necesidad de saber todo lo que respecta de su padre se despierta una vez lee completamente aquella carta que recibió unos días antes.

Débora prepara sus maletas con un afán proveniente de la ansiedad y las ganas de teletransportarse hacia Colombia con sólo cerrar los ojos. Roberto la espera en la puerta del edificio y la lleva al aeropuerto. Durante el trayecto hablan de todo un poco, asegurándole que sólo será por un tiempo, mientras ella aclara sus ideas y descubre situaciones de su pasado que son necesarias para seguir adelante con su relación. Él la entiende, aunque no sepa a ciencia cierta de qué se trata todo este asunto. Llegan, se despiden y Débora emprende vuelo hacia la ciudad de Bogotá.

Raquel la espera en su casa con la cena servida y una botella de vino para pasar los tragos amargos de la situación. Llega el taxi, suena el timbre, acompañado de un golpe en la puerta.

- ¡Hola mamá, ya llegué!
- Hola mi amor, ¿cómo te fue?
- Bien, aunque un poco ansiosa, no veía la hora de llegar y que ojalá fuera en el menor tiempo posible. Menos mal el vuelo no se retrasó por que ahí sí sería el tope. Me hubiera muerto de los nervios.
- Ven, siéntate que la cena está servida... Además te tengo el vino que más nos gusta para que hablemos largo y tendido.
- ¡Qué rico! pero que pesar, por que casi no tengo hambre...
- No importa, ven y te sientas.
- Bueno, por favor dime qué es lo que pasa, por que me estoy muriendo de la angustia y por favor, sirvámonos una copa.
- Pues cuando llegué a Boston y me encontré con tu papá, casi me da un paro cardíaco, quedé en shock de verlo después de veinticinco años. Me tocó disimular para que no te dieras cuenta, por que o sino hubiera sido un caos total en ese momento. Un día, que tú estabas en ensayo, llamé a Raúl para contarle toda la verdad y para que me ayudara a solucionar qué íbamos a hacer contigo y Roberto. Fuimos a almorzar. Le dije de sopetón que habíamos tenido una hija y que eras tú.
- ¿Y qué dijo?
- Se quedó estupefacto y por consiguiente no comió nada.
- ¿Y entonces?
- Le dije que estaba muy preocupada, por que cómo era posible que la vida los hubiera acercado de esa manera y que peor aún, que te hubieras enamorado de su hijo.
- ¡No puede ser! No puede ser que la vida sea así conmigo, yo no he podido hablar con Roberto después de que recibí tu carta. La verdad, es que me siento horrible, por que Raúl se había convertido en algo más que un suegro o un amigo. Un día antes de recibir tu carta, me di cuenta de que Raúl me llamaba la atención mamá, ¿Lo puedes creer?
- ¿Qué? ¿Cómo así? ¿Qué es lo que ha pasado Débora?
- Que estoy confundida, siento que Raúl me gusta… Y resulta que ahora me doy cuenta de que es mi padre, además es el padre de mi novio y para acabar de completar mi novio es mi propio hermano.
- ¡Nooooo! Espérate. Tampoco te martirices así. De pronto sí es una confusión, por que no creas, el hecho de que tu lleves su sangre, implica que te sientas atraída de alguna manera por él y también por que nunca has tenido un padre y como ha habido una cercanía a él como una figura paterna. Además… Hay otra cosa que te tengo que decir y que no te lo dije en la carta.
- ¿Cómo así? ¿Más?
- Si. Lo siento mi amor, mi intención no era separarte de Roberto. Es que no quise decirte toda la verdad por que quería que vinieras a hablar personalmente conmigo y así poder aclararte muchas dudas.
- ¡Ay mamá!... ¡Dime todo de una vez!
- Cuando Raúl y yo estábamos almorzando, le conté que tú eras su hija y que no podías estar con Roberto por que era tu hermano y que por supuesto, teníamos que hacer algo para que se dieran cuenta sin llegar a lastimarlos.
- Ajá.
- En ese momento, me dijo que me tranquilizara. Me contó que Roberto no era su hijo. Que se había encontrado con Virginia en Boston, un tiempo después de que tú naciste. Ella estaba casada con el papá de Roberto y se veían los tres muy seguido por que habían sido amigos desde la universidad. Cuando Roberto tenía un año de vida, Virginia enviudó y a los dos años más o menos, Raúl y Virginia se casaron. Raúl nunca se enteró que tenía una hija conmigo y siempre quiso a Roberto como si fuera su propio hijo y después nació Juan, que sí es hijo de Raúl.
- ¿Juan es mi hermano? ¿Tengo un hermano y no lo sabía? Me siento muy mal. Esto ha sido muy duro para mí. Necesito tomar un poco de aire y asimilar toda esta situación. Ya vengo.

Débora se retira de la habitación. Sale de la casa a tomar aire fresco para pensar por un buen rato, se lleva consigo su flauta y llega a una pequeña estación del tren que queda cerca de la casa de Raquel. Camina por los alrededores y se sienta en un viejo vagón a tocar la flauta al mismo tiempo que piensa en todo lo que acaba de enterarse. Mientras suena las bellas tonadas de su flauta compañera, visualiza a un anciano de unos setenta y cinco años de edad, que viene acercándose con una cara que refleja una vida llena de tristeza.

- ¡Buenas noches!
- ¡Buenas noches!
- ¡No! Por favor… No deje de tocar. Esa bella melodía me acuerda de alguien muy especial, a quien recuerdo mucho.
- Bueno.

Mientras Débora sigue tocando, aquel señor le infunde una calma abundante y se siente segura y confiada para seguir ahí sentada. Termina la tonada.

- ¿Y a quién le recuerda esta canción?
- A mi abuelo. Fue mi maestro y mi mentor en todo lo que yo sé hacer. Lo recuerdo con mucha admiración y respeto.
- ¿Y usted a qué se dedica?
- Soy maquinista de trenes. Lo he sido durante toda mi vida. Mi abuelo fue quien me enseñó todo lo que sé hacer. Lo extraño muchísimo.
- ¿Y qué le pasó?
- Murió hace muchos años.
- ¡Cuánto lo siento!
- No te preocupes… Esta situación me ha marcado de por vida y creo que sigo cargando el peso de una culpa que no logro desaparecer.

Comienzan a salir lágrimas de sus ojos, mientras cuenta su relato y Débora al verlo siente un nudo en la garganta dejando largar lágrimas por sus mejillas también. Sintieron una tranquilidad enorme y una gran conexión muy familiar desde un comienzo.

- Bueno… Aún no me has dicho tu nombre.
- Débora, me llamo Débora.
- Yo me llamo Augusto de Jesús. Para servirte.
- Gracias Don Augusto.

Los dos sonríen al mismo tiempo que estrechan sus manos en señal del comienzo de una gran amistad.

- ¿Pero qué hace una niña como tú por estos lares tan sola?
- Estoy tratando de entender. Me acabo de enterar de algo que me va a cambiar la vida para siempre.
- Bueno, si me lo permite, soy experto en situaciones que le pueden cambiar la vida a alguien. Si deseas contarme, con mucho gusto te puedo escuchar.
- Gracias por la oferta… La verdad sí me gustaría saber qué piensa alguien que no tenga que ver nada con mi familia.
- Por supuesto. Soy todo oídos.

Débora sonríe. Inmediatamente se siente en confianza para contarle sobre lo que se había enterado hace unas pocas horas a aquel amable señor que comenzó a ser su mejor consejero desde ese momento. Los dos, se sintieron a gusto y el tiempo transcurrió sin ninguna intervención.