miércoles, febrero 06, 2008

Débora

Débora nació en la ciudad de Bogotá, el día en que su madre cumplía veinte años y en que por esos azares de la vida, era el día de la independencia en su país, Colombia. Era una bebé hermosa, todo el que se acercaba a verla, se quedaba mirándola con una paz nunca imaginable.

Su madre estaba feliz, aunque repleta de un miedo imperceptible, que se disfrazaba cada vez que contemplaba a esa criatura que había salido de su vientre. No podía creer que fuera madre a tan temprana edad.

Su padre por el contrario, no se enteró de que tenía una hija, pues la madre de Débora, Raquel, no pudo decírselo, debido a que su relación terminó unos días antes de saber que estaba embarazada. Raúl, quién en ese entonces tenía veinticinco años, inmediatamente se fue del país a buscar nuevos horizontes y otras formas de vivir.

Aunque Débora no conocía a su padre, siempre tuvo la fortuna de vivir con una familia muy unida que le enseñaron lo valioso de la vida. Su madre vivía con su madre Isabel de 45 años, su padre Federico de 50 y su hermana menor Antonia de 18.

Como era tan joven, Raquel estaba estudiando en la universidad y sus padres le ayudaban económicamente para que terminara sus estudios y para el sostenimiento de Débora. Sin embargo, ella se ayudaba trabajando en una librería los fines de semana, en donde le pagaban el mínimo de pesos por hora, de esta forma logró terminar sus estudios de diseñadora gráfica a la edad de 25 años.

Débora creció en medio de mucho amor, comprensión y muy buena energía. Tenían una situación económica muy estable, pues Federico trabajaba en una prestigiosa compañía como gerente e Isabel era decoradora de interiores y tenía su propia empresa.

A la edad de cinco años, Débora entró a uno de los mejores colegios de su ciudad, rodeada de un ambiente muy artístico y diferente. La educación en aquella institución se diferenciaba de las demás por impartir el conocimiento basado en la libertad, en los cuentos, el arte y la música. Para Débora fue una etapa muy importante en su vida, en la que creció con la posibilidad de expresarse sin inhibiciones ni tapujos.

Fue una niña muy tranquila, con muchos amigos, aunque a veces la gente se chocaba con ella, antes de conocerla, por ser un poco seria y tímida. Siempre fue una de las mejores de su clase, muy inteligente y dedicada a su estudio. Se destacaba por hacer intervenciones muy ecuánimes y concretas, definiéndose como alguien con más edad de la que tenía en realidad.

uando Débora terminó la primaria, Raquel terminó la universidad y comenzó a trabajar en una agencia publicitaria. Ya tenía la posibilidad de abrir su camino y de independizarse. Así que rentó un apartamento y se llevó a Débora consigo. Pero nunca dejó de visitar a sus padres, , los fines de semana se convirtieron en rito y tradición familiar. Raquel estaba feliz por que ya estaba recogiendo los frutos de su esfuerzo y dedicación. Antonia, su hermana, también hizo su propio rumbo, se casó y tuvo un hijo llamado Fabián.

Débora siempre fue muy hermosa y en la adolescencia, era aún más atractiva, desde el colegio tuvo muchos pretendientes, aunque a ella no le interesaban los niños de su misma edad. Le gustaba salir con su mamá y sus amigos, pues como tenía una mamá tan joven, tenían una excelente relación y la pasaban muy bien juntas, como si fueran hermanas.

Cuando tenía quince años, Débora se fue interesando por los amigos de su madre, con los que conversaba con una fluidez, como si fuera alguien mucho mayor. En una salida con Raquel, conoció a un compañero de trabajo, quien era 10 años mayor que Débora. Francisco, tenía 25 años. Él trabajaba como practicante en la agencia en que trabajaba Raquel y como ella siempre se veía más joven de lo que era, pues se hicieron muy amigos y comenzaron a aprender a nivel laboral el uno del otro.

Cada quince días, todos los compañeros de trabajo de Raquel salían al mismo café bar a conversar un rato y a distraerse de la rutina de trabajo y Débora siempre iba, aunque ya era con la ilusión de ver a Francisco. Se hicieron muy amigos al principio, se contaban todo y hablaban hasta de lo que no le gustaba al uno o al otro. Había mucha química entre ellos, conversaban la mayor parte del tiempo los dos, antes de integrarse con los demás y en una de esas salidas, se hicieron novios.

Terminó el colegio y Débora entró a estudiar música en la universidad. Ya tiene 18 años y lleva tres años con Francisco. Siguen muy enamorados y con muchas intensiones de casarse.

De su padre hasta el momento no ha sabido nada, pero tampoco le ha llamado la atención buscarlo o preguntar por él. Su madre sigue trabajando en la misma agencia, pero la ascendieron a gerente y en lo que lleva del año subieron las ventas en un cincuenta por ciento. Conoció a Iván con quien se casó y vive muy feliz. Él tiene una muy buena relación con Débora y se llevan muy bien.

Sus abuelos se jubilaron y viven en las afueras de la ciudad en una casa campestre en donde pasan el día leyendo, cultivando flores y caminando por los alrededores. Débora los sigue visitando los fines de semana, en compañía de su madre y de su tía Antonia, quien se separó de su esposo y vive con su hijo en el apartamento que le quedó del divorcio.

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